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El ecosistema de las redes sociales.

Hace un tiempo, en el artículo vivir en las redes, hablamos un poco acerca de que las redes sociales se han convertido en entornos, más específicamente en entornos digitales, en donde día a día, nos relacionamos los unos con los otros. No usamos las redes, sino más bien, vivimos en ellas.

Si vivimos en los medios, entonces podemos entender a Facebook, Instagram, X y WhatsApp a través de analogías con lugares de  “la vida real”. Cada red social conforma un espacio particular, un ecosistema único, que obviamente requerirá que adoptemos diferentes conductas y modos según estemos en una o la otra (¿o acaso hablás igual por WhatsApp que por Instagram?).

La avenida.

¿De qué red social creen que estamos hablando? ¿Cuál es la primera que se te vino a la mente? Así es, Facebook.

En Facebook se mezcla lo público con lo privado. Tenemos de amigos a gente muy variada: desde un familiar que ni conocemos😂 hasta nuestro novio/a. Tenemos compañeros del trabajo, ex compañeros del colegio, etc. No podemos negar el evidente carácter masivo de Facebook: ¿quién no tiene Facebook? Lo uses más, o lo uses menos, no podés negar que cualquier persona puede ser encontrada en esta red social.

Por esta cualidad de masividad es que comparamos a Facebook con una avenida, en donde convive un enorme y heterogéneo público, compuesto por personas de diferentes edades, géneros, generaciones, pensamientos, ideales, entre otras.

Es tan variada la oferta de actividades que nos brinda Facebook, que también en ese punto puede compararse con una avenida: podés enterarte de las últimas noticias (y por qué no uno que otro chisme), podés comprar y vender objetos, podés encontrarte y charlar con amigos. Un mundo de opciones se abre con esta red social.

El desfile.

Instagram, sin duda alguna, es el desfile. La red social del exhibicionismo por excelencia. Mostramos todo lo que hacemos en tiempo real. Sin embargo, lejos de tratarse de un exhibicionismo espontáneo, en Instagram lo más importante es “cómo las cosas se ven”. Por tratarse de una red social en donde predominan las imágenes y los videos, el relato visual es muy importante. El claro ejemplo es la tendencia que surgió hace un par de meses, quizás un año, conocida como “aesthetic”. Más difundida entre jóvenes, este término engloba todo el “ideal” de Instagram: subo una foto “aesthetic” de mi maqueta que me quedó hermosa; subo un video “aesthetic” de mis vacaciones. Nadie sube cosas que le parezcan feas. El contenido está orientado a mostrar “lo mejor” de cada uno.

Como vemos, la presentación del “yo” en Instagram tiene un estilo altamente estetizado y cuidadosamente construido.

El kiosco.

A X, el ex Twitter, podemos compararlo con un kiosco, pero no cualquier kiosco, sino esos drugstores (los lectores de Argentina entenderán) que están abiertos 24 horas y venden de todo. ¿Por qué? Porque literalmente encontrás de todo: desde noticias en tiempo real, hasta los memes más absurdos que te puedas imaginar.

Un punto característico de X, es su forma de interactuar con el contenido. No queremos decir que en Instagram y Facebook no pasa lo mismo, pero el ex Twitter es la red social de opinología por excelencia. Todo el mundo opina todo el tiempo, sea cual sea el tema. Esto, aunque muchas veces pueda tener efectos negativos, también incentiva a la formación de comunidades en donde, gente que quizás no es amiga ni se conoce en la vida real, interactúa y comparten intereses.

La actualización constante renueva el flujo de noticias a tal punto que los usuarios tienden a asociar X con una dimensión de “siempre encendido / siempre ahora”. Por este carácter de inmediatez es que lo comparamos con un kiosco 24 hs., el cual permanece abierto y disponible a toda hora.

Y así como sucede en un kiosco, para muchos usuarios, además de ser el lugar de la información, el ex Twitter es el espacio del humor y del posteo no planeado. En ese sentido, opera por momentos como plataforma de presentación del yo en tono lúdico: X permite que publiquemos de forma espontánea “algo gracioso” que se nos haya venido a la mente.

El café.

Sí, exactamente. WhatsApp es el café. Sabemos que esta red social es literalmente el nodo central de las comunicaciones diarias, y es por eso que actúa para diferentes ámbitos de nuestra vida: hablamos por trabajo, también por diversión.

Este servicio de mensajería alberga una intersección de mundos públicos, íntimos y privados que le han dado un carácter de red social cuasi indispensable en nuestra vida.

La presentación del yo en WhatsApp tiene que ver, de forma más privada que pública, con los contenidos que se comparten y los grupos de los que se forma parte. La estructura de la plataforma parece crear un ambiente más interpersonal de comunicación.

Cruzamos saludos de compromiso en Facebook como cuando nos encontramos al pasar con conocidos en una avenida muy concurrida. Posamos en Instagram para ver y ser vistos como en un desfile. Comentamos las noticias y miramos en X como en el kiosco de la esquina, donde consumimos información cual caramelos, a veces en clave lúdica. Pasamos más tiempo en el café que es WhatsApp que tomando un cortado con otras personas.

Y vos, ¿qué red social podrías considerarla “tu hábitat”?