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¿Ya vendés por Instagram? Entonces es momento de pensar en tu web.

Muchos emprendedores se hacen la misma pregunta: “¿Para qué quiero una página web si ya vendo por Instagram?”. Es completamente lógico. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Pero en el mundo digital, crecer también implica anticiparse.

Instagram es una excelente plataforma para comenzar a vender, mostrar tus productos y conectar con tu audiencia. Pero si querés profesionalizar tu negocio, automatizar procesos, escalar ventas y construir una marca sólida a largo plazo, tener una página web deja de ser opcional y se convierte en una necesidad estratégica.

Instagram es la vidriera. La web es el local.

Una analogía muy clara: Instagram es tu vidriera llamativa que capta miradas, pero nadie compra desde la vidriera. Para concretar una venta, el cliente necesita entrar al local, ver los productos, comparar opciones, pagar y recibir su compra.

Tu sitio web cumple ese rol: convierte la atención en ventas reales, datos valiosos y fidelización. Es tu espacio digital propio, que te permite operar sin depender de las reglas cambiantes de las redes sociales.

Lo que una web te permite (e Instagram no).

Instagram tiene muchas virtudes, pero también limitaciones importantes que, tarde o temprano, se hacen evidentes:

¿Qué no podés hacer (o cuesta mucho hacer) en Instagram?

  1. Tener un carrito de compras real.
  2. Automatizar pagos, envíos y facturación.
  3. Organizar productos en categorías navegables.
  4. Incluir descripciones largas, filtros o buscadores internos.
  5. Capturar leads o suscripciones al newsletter.
  6. Obtener estadísticas avanzadas y métricas clave.
  7. Posicionarte en Google cuando alguien te busca fuera de Instagram.
  8. Escalar tu negocio sin saturarte de trabajo manual.

Instagram no fue creado para vender, sino para interactuar, mostrar y entretener. Las ventas son una función añadida, pero no el corazón de la plataforma. Por eso, tu web no compite con Instagram: lo potencia.

Una estrategia digital efectiva no elige: integra.

Una estrategia inteligente no se trata de elegir entre Instagram o web, sino de hacer que trabajen en conjunto. ¿Cómo?

El flujo ideal:

  • Publicás un producto en Instagram.
  • El usuario hace clic en el link de tu bio.
  • Llega a tu web, elige el producto, lo compra y paga.
  • Recibe confirmación y seguimiento automatizado.
  • Mientras vos seguís con tu día, sin tareas manuales.
  • Este proceso optimiza tu tiempo y mejora la experiencia del cliente.

¿Y si Instagram cambia las reglas?

Ya lo vivimos: cambios de algoritmo, cuentas bloqueadas, menor alcance orgánico. Instagram y otras redes sociales son plataformas de terceros. No te pertenecen. De un día para otro, pueden limitar tu alcance o hasta cerrarte la cuenta.

Tener una web propia es como tener tu casa digital. Es un canal que controlás 100% y que no depende de decisiones externas. En el largo plazo, esa independencia es clave para cualquier emprendimiento serio.

Entonces, ¿vale la pena tener una web si ya vendés por Instagram?

Sí. Absolutamente. Si estás empezando, quizás no sea urgente. Pero si ya estás vendiendo y querés crecer, profesionalizarte y ganar en eficiencia, una web es el próximo paso natural.

Una web te ayuda a vender más y mejor. A escalar. A automatizar. A posicionarte en Google y construir una marca con presencia sólida en el mundo digital.

¿Querés dar ese salto sin complicarte?

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