¡Alexa, despiértame a las 8 de la mañana con música! o ¡Hey Google! ¿Cuál es la ruta más rápida hacia el supermercado? Así de simple es como se da órdenes a un smartphone, sí. De repente nos encontramos hablándole a un aparato y encima éste nos responde y brinda sugerencias, por si no estamos conformes. Como si fuera por arte de magia, la inteligencia artificial hace maravillas en toda clase de lugares y momentos: en tu dispositivo móvil, en tu lavarropas, en el gps, en tu auto y en infinidad de sitios cotidianos.
Si creías que la inteligencia artificial era ajena a tí, pues bienvenido a la 4ta revolución industrial.
De qué se trata la inteligencia artificial
Para adentrarnos un poco en este tema, podemos empezar definiendo a la inteligencia artificial (IA) como la ciencia de hacer las cosas más inteligentes, ya sea un proceso o algo que desarrolle una máquina para brindar un resultado. En otras palabras, son sistemas de predicciones y recomendaciones que intentan emular la inteligencia humana.
Para los matemáticos la IA no es más que un algoritmo de optimización que busca la mejor manera de cumplir una tarea específica teniendo en cuenta ciertas informaciones.
El desarrollo de esta tecnología se basa en el uso inteligente de la disponibilidad de datos y, con ello, la creación de algoritmos que nos permiten mejorar la aplicación de dicha inteligencia. En este sentido, lo que realmente nos convoca y resulta revolucionario es que el acceso a los datos ha crecido de forma exponencial, dando lugar a un procesamiento mucho más rápido y económico. Esta invención resultó crecer a pasos agigantados de la mano del cloud computing, una tecnología que permite acceso remoto a softwares, almacenamiento de archivos y procesamiento de datos por medio de Internet.
No es un dato menor que durante la última década, la inteligencia artificial ha sido una fuente implacable de innovación empresarial, puesto que su potencia se ve desarrollada al máximo en operaciones comerciales cotidianas, tales como la automatización de procesos de negocio, análisis de datos, detección de defectos en la fabricación de productos, interacciones básicas con los clientes, entre otros.
Cómo funciona la inteligencia artificial
Por regla general las aplicaciones de la inteligencia artificial tienden a “entrenar” a las computadoras para que coincidan con imágenes y datos que puedan reconocer. Por ejemplo, mostrar a una computadora miles de imágenes de caminos o flores, permite a los expertos crear aplicaciones que reconocen estas cosas y, en el caso de que sea necesario, actuar sobre ellas. Este tipo de inteligencia artificial ya se encuentra en uso desde hace bastante tiempo y es de uso cotidiano. De hecho, lo podemos ver reflejado en los métodos de seguridad que muestra Google en nuestras pantallas cuando debemos seleccionar el objeto requerido para confirmar que no somos robots.
Desde el punto de vista de las capacidades intelectuales, el funcionamiento de la inteligencia artificial contiene 4 niveles:
- Comprensión: a través de la simulación de las capacidades cognitivas aplicadas a los datos, la inteligencia artificial es capaz de reconocer imágenes, textos, voces, información y mucho más.
- Razonamiento: mediante ejercicios de lógica, esta tecnología es capaz de conectar múltiples informaciones recopiladas, gracias a la intervención de algoritmos precisos y automatizados.
- Aprendizaje: es el caso del Machine Learning. Aquí tratamos con sistemas de funcionalidades específicas para el análisis de entrada de datos y para su retorno correcto en la salida.
- Interacción: tiene que ver con la manera en la cual la inteligencia artificial interactúa con los humanos. Aquí es donde podemos encontrar a los sistemas NLP -Procesamiento del Lenguaje Natural-, es decir, una tecnología que permite a los humanos interactuar con las máquinas aprovechando el lenguaje natural.
IA, un viaje al futuro
El siguiente paso crucial para la inteligencia artificial nace con el surgimiento del GPT-3 de OpenAI, que utiliza modelos para permitir que una computadora no sólo reconozca imágenes y patrones, sino que genere lenguaje, texto e imágenes por sí misma.
La empresa OpenAI fue creada en 2015 por el cofundador de PayPal, Elon Musk, y el director de Tecnología de Stripe, Greg Brockman. Esta corporación se describe como una compañía de investigación e implementación de inteligencia artificial. ¿Su misión? Asegurar que la inteligencia artificial beneficie a toda la humanidad.
Cuando hablamos de GPT-3, hacemos referencia a un modelo de lenguaje, esto significa que su objetivo es predecir qué es lo siguiente que viene en función de los datos previos obtenidos. Para trasladarlo a algo cotidiano, esta nueva tecnología posibilita escribir dos o tres frases de un artículo y GPT-3 se encargará de escribir el resto… ¿mágico, no? También permite generar conversaciones, cuyas respuestas están basadas en el contexto de las preguntas y respuestas anteriores.
Claramente, el mencionado modelo de lenguaje ha necesitado un entrenamiento previo para convertirse en el monstruo informático que es hoy. En pocas palabras, el entrenamiento consistió en “enseñar” a este código una enorme cantidad de información disponible en Internet. Esto incluye todos los libros públicos que se hayan escrito de forma online, toda la enciclopedia de Wikipedia y millones de páginas web y documentos científicos disponibles en la red. Este procesamiento de datos no es nada más ni nada menos que la absorción masiva de todo el conocimiento humano existente en Internet.