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Metodologías ágiles en el metro de Tokio

Desde la noche espacial se observa una telaraña de luces que titilan sin cesar. Una noche larga acompaña el ajetreo diario de 40 millones de caminantes que vuelven a sus hogares tras un día de intenso trabajo. En la ciudad más poblada del mundo, el azar no existe, y mucho menos en términos de transporte público: 13 líneas de metro con una longitud total de 304 km -es la segunda red más usada en el mundo, después del Metro de Moscú, con 2500 millones de usuarios al año-.

Un bosquejo a colores que esconde algo mucho más atrapante que la ciudad misma: la aplicación de metodologías ágiles hace gala de su provechosa utilidad en nada más ni nada menos que el metro de Tokio.

La cultura japonesa es reconocida por mantener un patrón de principios y valores, que imprime en ellos un sello indeleble al tiempo: autocontrol, disciplina, perfeccionismo y respeto. Tal como ilustramos unos renglones antes, la ciudad de Tokio a pesar de alojar a una cantidad inimaginable de personas, supo adaptarse de forma casi perfecta -por no decir, perfecta- a las bases que definen su razón de ser. Y no olvidemos el tráfico extra: un promedio anual de 10,4 millones de turistas que visitan Japón.

Algo que deviene de la disciplina y que nos convoca a este artículo, es el estilo de vida que lleva a los ciudadanos de esta metrópoli a moverse de un punto a otro, recorriendo distancias inasequibles si se las tuviera que recorrer a pie, o incluso a dos ruedas. Por eso es que las redes del metro se erigen como la opción más acertada -y única, ya que los autos no abundan en las carreteras-  para llegar seguros y puntuales al lugar de trabajo. 

Lo que parece ser un escenario imposible de organizar -y más aún de optimizar-, apenas se comportó como un desafío para las mentes que consideraron oportuna la aplicación de metodologías ágiles. Esto sienta un ejemplo precedente de que la cultura Agile es mucho más que un marco de trabajo, es un estilo de vida. 

Camino a la estación S-01 Shinjuku con metodologías ágiles

Para analizar un poco más sobre el viaje en metro y su relación con las metodologías ágiles, debemos comenzar detallando los siguientes aspectos: existen 13 líneas en las cuales se encuentran distribuidas 274 estaciones numeradas, cada línea cuenta con su color identificativo, la paga del viaje es por trayecto recorrido y se cuenta con dos tipos de tickets, manual y magnético -actualmente-.

Una de las primeras cuestiones a tratar, desde la visión de las metodologías ágiles, fue la compra y venta de tickets. Se sabía que para los tickets manuales se necesitaba incluir la presencia de personal que se ocupara de la preselección del viaje. Mientras que en el caso de la compra automática se requería finalizar dos tareas, por un lado la optimización de las máquinas expendedoras ya existentes y por el otro, la separación de máquinas por colores de línea.

Por correlación a esto, otra de las tareas a desarrollar tenía que ver con el acceso de las personas a las estaciones: los tornos giratorios -también conocidos como “molinetes”-, las tarjetas en papel y los sistemas de validación de tickets generaban un proceso mucho más lento para el acceso de los pasajeros.

Así fue como se trabajó, con ayuda de las metodologías ágiles, para efectuar mejoras en los servicios a través de sistemas de paso abierto -adiós molinetes-, habilitación de tarjetas magnéticas y un sistema de validación de ticket afinado.

Asimismo se notó que en los sectores de entrada y salida de las estaciones, se generaban colas extremadamente largas, que lógicamente eran las causantes del caos y malestar general, que se potenciaba aún más durante las horas pico. A raíz de esto, los estudios basados en metodologías ágiles determinaron que las medidas debían incluir barras separadoras en escaleras de subida y bajada. Sobre esto se realizaron campañas de comunicación, con la finalidad de “atacar” esta primera etapa e ir formando a los ciudadanos en mejores y buenos hábitos dentro de este transporte público.

Encontrando el andén correcto

En esta parte del análisis, otro de los tópicos a resolver estaba relacionado con las largas distancias que los nipones debían caminar para hallar el andén indicado, además de los múltiples transbordos de línea. Otra dificultad no menor con la que también debían lidiar era la cuestión de los nombres largos y complejos de las plataformas.

Teniendo en cuenta estos puntos, se optó por desarrollar un sistema de señaléticas full color con todos los detalles necesarios para que las personas pudieran localizar de manera óptima el sitio que les correspondía. Además de esto, los especialistas en metodologías ágiles, se tomaron la molestia de diseñar cartelería para no videntes. 

A bordo del metro

Aquí había una cuestión única y evidente, la aglomeración de personas que propiciaba filas interminables de personas alrededor de las áreas de ingreso y egreso del transporte. Por este motivo se llevó a cabo un plan de ordenamiento a nivel visual/espacial y cultural. ¿Cómo se logró esto? Pues de una manera muy sencilla -al mejor estilo de las metodologías ágiles-: en el piso de las plataformas se delimitaron con pintura de colores distintivos, las áreas de espera y arribo para cada línea del metro. Así no habría ninguna clase de inconveniente entre las personas que están a punto de subir y quienes están abandonando el medio de transporte. 

De forma paralela se trabajó en medidas educativas de corto y mediano plazo para enseñar a los pasajeros cómo debían accionar estando dentro de la zona de andenes, respetando siempre y en todo lugar, el espacio del otro. Vale aclarar que esta tarea no tomó demasiado tiempo ni recursos.

Conclusiones ágiles

No es novedad que la cultura nipona contiene en su ADN concepciones que muchas veces parecen exóticas o difíciles de aprehender, sobre todo para los occidentales. Sin embargo, hay algo que esta comunidad nos enseña: la razón de que la implementación de metodologías ágiles resulte exitosa y fluya con rapidez dentro de los procesos, no tuvo que ver en esencia con la aplicación misma, sino con la filosofía social. ¿Qué quiere decir esto? La piedra fundamental que garantiza resultados beneficiosos en cuanto a las metodologías ágiles no es más que la cultura misma, es decir, el conjunto de hábitos, comportamientos e idiosincrasia que comparte un conjunto de personas.

Por eso fue que el desarrollo de campañas comunicacionales sobre cómo sería de ahora en adelante el accionar dentro del metro se transformó en la herramienta de oro en todo sentido. No sólo ayudó a agilizar los tiempos y procesos, sino también proporcionó una incremento de confianza en lo que en ese momento era todo un evento novedoso. Y así, una vez más, los japoneses no defraudan. 

Prohibido olvidar que por más agilidad que se desee impartir dentro de una organización, o como este caso, dentro de un medio de transporte cotidiano, sin una buena base cultural que sustente los principios de las metodologías ágiles, será muy difícil llegar a puerto seguro y más aún, creer en la obtención de resultados que perduren en el tiempo.