De un atisbo de esperanza, nació la revolución y de ella todo un mundo florecido que promete avanzar hacia dimensiones impensadas. En Silicon Valley todo estaba predestinado a ser: una mente brillante que supo hallar tierra fértil para sembrar la semilla del futuro y un selecto grupo de personas que aprendió a confiar en un proyecto naciente.
“Las que conducen y arrastran al mundo no son las máquinas, sino las ideas”
Victor Hugo, novelista francés (1802-1885)
Para hablar de Silicon Valley, no basta con un sólo artículo. Son tantos los sucesos que tuvieron lugar en estos lares, que sería casi imposible condensar todo en unas cuantas líneas. Por este motivo es que en la entrega de hoy vamos a abordar los cimientos de esta microciudad y por supuesto, los detalles más jugosos e interesantes de sus orígenes.
En un primer intento de comprender las raíces de este maravilloso lugar es conveniente traer a colación el análisis de algo tan básico como su nombre, “Silicon Valley”: traducido del inglés “Valle de Silicio”, esta zona emplazada en la bahía de San Francisco (California) comenzó a ser identificada bajo esta denominación debido a que el silicio -elemento químico metaloide- constituye la principal materia prima de la microelectrónica, además de ser el segundo elemento más abundante en la Tierra después del oxígeno.
Decretado el fin de la Segunda Guerra Mundial, la universidad de Stanford -fundada en el año 1885 por Leland y Jane Stanford en la granja familiar- empezó a acoger a antiguos alumnos ofreciéndoles oportunidades de trabajo y subvenciones a través de un proyecto que buscó dar utilidad a los terrenos en desuso que colindaban con la casa de altos estudios. Así nació el primer parque industrial universitario, conocido como Stanford Industrial Park, allí donde se planteó en un primer momento establecer espacios de trabajo colaborativo para quienes les quedaba chico el garaje de casa.
Este ambicioso proyecto quedó inaugurado en 1951 por Frederick Terman -profesor y rector de la Escuela de Ingeniería de Stanford-. Se podría decir que se trata de una paternidad compartida ya que William Shockley -inventor del transistor y fundador de Shockley Semiconductor Laboratory-, se convirtió en el primer empresario que cimentó sus bases en Silicon Valley. Esta última compañía introdujo el silicio como elemento semiconductor en sustitución del germanio, elemento que se empleaba en aquellos tiempos.
Para entonces en la bahía de San Francisco ya existían centros de innovación para empresas tecnológicas. Según comentan los entendidos, Shockley era dueño de una mente brillante (obtuvo el Nobel de física en 1956), pero sus dones en los negocios y el arte del liderazgo eran bastante pobres. Por este motivo, Shockley Semiconductors perdió a 8 empleados (Blank, Grinich, Hoerni, Kleiner, Last, Moore, Noyce y Roberts) que al conformar una sólida camaradería dieron lugar a su propia empresa nombrada como Fairchild Semiconductors. En su lista de clientes VIP podemos nombrar a nada más y nada menos que a IBM. En 1966, dos de sus principales compradores de semiconductores fueron Texas Instruments y Motorola.
Kleiner, ambicioso por naturaleza, no dudó en invertir sus ahorros en otras empresas como Intel (fundada por Noyce y Moore), donde nació un invento paradigmático: el primer microprocesador integrado. También tuvo la oportunidad de apoyar las inversiones en otras empresas de la rama tech como Segway, Netscape, AOL, Google, Flextronics, Electronic Arts, Macromedia y Sun Microsystems.
Lo que se erigió como una incubadora de innovación empezó a cobrar relevancia en la costa oeste gracias a la instalación de empresas como Varian Associates, especialista en la fabricación de componentes para radares militares y Hewlett-Packard, fundada por un dúo graduado de Stanford -William Hewlett y David Packard-, enfocada en sus primeros tiempos en el diseño y creación de osciladores de audio. Lockheed fue otra de las primeras empresas en abrir sede allí, que más tarde sería la responsable de fabricar los componentes para la Estación Espacial Internacional.
Al presenciar los albores de una efervescencia tecnológica, empresas de prestigio como Bell Telephone Laboratories y Xerox -empresa de investigación y desarrollo innovador- lanzaron al mundo creaciones como las tecnologías Ethernet, PostScript y el concepto de GUI o Interfaz Gráfica de Usuario. En 1990, Kodak y General Electric también conformaron la lista de corporaciones que dieron el sí ante Silicon Valley.
Durante la primera etapa de crecimiento de Silicon Valley, sus miembros se dedicaban a distintas ramas de alta tecnología como los semiconductores y aplicaciones derivadas. El trabajo relacionado a estos elementos dieron forma a lo que luego sería una pequeña gran ciudad de empresas innovadoras.
Con el tiempo llegaron Apple, Microsoft, Adobe y otras corporaciones del estilo, enfocadas en la microcomputación y en el software, cada vez más populares gracias a la revolución de los ordenadores domésticos y profesionales.
En la segunda mitad de la década de los 90 llegaron las empresas nacidas como páginas web, Yahoo! y eBay, que significaron el puntapié del ecosistema actual donde conviven de forma armoniosa aquellas empresas que ofrecen servicios online junto con las que venden tecnología física y digital.
¡Te invitamos a seguir de cerca esta serie especial y exclusiva de notas sobre Silicon Valley, para viajar por unos minutos hacia la meca de la tecnología!